domingo, 18 de mayo de 2014

Operacion Cortafuegos para salvar a la Infanta Cristina




FAMILIA REAL Caso Nóos
Cortafuegos para salvar a la Infanta Cristina



La reunión secreta en La Zarzuela para librar a la hija del Rey de las garras de la Justicia

Asistieron el monarca, Spottorno, Rajoy, Ruiz-Gallardón y el fiscal Torres-Dulce...

Adelanto del nuevo libro de Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta: 'La intocable'


Esto no se nos puede ir de las manos», fue la frase que se intercambiaron los miembros del Gobierno al comprobar, allá por febrero de 2012, que el caso Urdangarin amenazaba, por primera vez y de manera inquietante, la figura de la infanta Cristina. La frase se la trasladó personalmente el presidente Mariano Rajoy a su ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, al comprobar que, tras emplazar el juez José Castro al duque de Palma como imputado, el sindicato Manos Limpias se descolgaba pidiendo formalmente que la hija del Rey siguiera el mismo camino.

Aquella sorpresiva solicitud, formulada el día de San Valentín, removió los cimientos del Estado, desató una operación de salvamento sin precedentes y desembocó en una reunión secreta y de urgencia en La Zarzuela para abordar la cuestión y confeccionar la hoja de ruta.

La consecuencia fue una cerrada defensa de Cristina de Borbón y Grecia por parte del Estado a través del Ministerio Público, la Agencia Tributaria y la Abogacía del Estado, que han obviado -y siguen haciéndolo- los contundentes indicios existentes en su contra hasta el extremo de afirmar que la Infanta «nunca fue consciente» de lo que hacía. Este envite, tras el que subyace la supervivencia del principio de igualdad de los ciudadanos ante la ley invocado por el Rey en su discurso de Nochebuena de 2011 al poco de estallar el escándalo, ha dejado al veterano juez instructor corbobés a solas con las pruebas y su heroica determinación ante la implacable maquinaria institucional. Ésta sostiene contra viento y marea que Cristina de Borbón, pese a disponer de los fondos públicos distraídos irregularmente de las arcas de Valencia y Baleares y estampar su firma en operaciones fraudulentas encaminadas a evadir impuestos, es completamente inocente.
'¿Y si viene Rubalcaba?'

A la cita en Zarzuela, celebrada la última semana de febrero de ese annus horribilis para la Corona [2012],asistió el Rey y le acompañaron Rajoy, Ruiz-Gallardóny el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, después de sopesar si incorporaban a la misma al jefe de la oposición, Alfredo Pérez-Rubalcaba, que finalmente no fue invitado. «Será mejor traerlo y tenerlo de nuestro lado, porque enterarse se acabará enterando», aconsejó alguno de los insiders sin mucho éxito.

Este encuentro constituye el pistoletazo de salida a laOperación Cortafuegos urdida para intentar librar a la hija del Rey de las garras de la Justicia y cuya crónica oculta es el libro La intocable. Cristina, la infanta que llevó la corona al abismo. Escrito por los periodistas de EL MUNDO que destaparon el escándalo, Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta, sale a la venta el próximo martes editado por La Esfera de los Libros.

Tras el rotundo éxito de su libro anterior, Urdangarin. Un conseguidor en la corte del Rey Juan Carlos, número 1 en 2012, Inda y Urreiztieta desentrañan las claves de este complejo plan diseñado al más alto nivel para librar a la jefatura del Estado de la mayor crisis de sus últimos 50 años de historia, aun a costa de evidenciar que no todos los ciudadanos son iguales ante la ley.

«No hay motivos de preocupación, el juez no se atreverá», se confiaron los asistentes a la reunión, que, al mismo tiempo, se conjuraron para lograr que la infanta Cristina se convirtiese, a partir de ese momento, en intocable.
¿Un indulto?

Pero quedaba todavía un fleco suelto. «¿Y qué hacemos con Iñaki?», se planteó a renglón seguido. «Lo tiene muy difícil, lo normal es que sea condenado a penas de cárcel», terció Gallardón, al tiempo que se puso encima de la mesa la posibilidad futura de que el Ejecutivo le acabe concediendo el indulto. «Ya arrostraremos nosotros con las consecuencias que tendría ante la opinión pública», tranquilizaron al Monarca.

La intocable es, por lo tanto, la historia jamás contada de la maniobra de enroque institucional para salvar a la Corona de su más complicado trance, pero también la de un matrimonio que ha sobrevivido estoicamente a una crisis trufada de engaños, errores y traiciones y que ha sido aislado, quien sabe si para siempre, de la Familia Real.

Cristina de Borbón llegó a colgar violentamente el teléfono a su padre cuando éste, una y otra vez, le instó por aquel entonces, en los albores del escándalo, a «separarse de Urdangarin y a renunciar a sus derechos dinásticos», aconsejado por el ex jefe de la Casa Real Fernando Almansa.

La Infanta jamás vaciló. Optó por la decisión más complicada de su vida: mantenerse al lado de su esposo, del que se confiesa, aún hoy, enamorada. Juntos decidieron meterse en el tinglado de Nóos que ha provocado la imputación de ambos y juntos han decidido que van a salir.
Se cree la víctima

Cristina e Iñaki se han llegado a convencer, articulando una especie de mecanismo interno de autodefensa, de que no han hecho «nada malo» y de que no son más que unas «simples víctimas de una conspiración para derrocar a la monarquía en España» en la que se han convertido en «cabezas de turco». Por sorprendente que parezca, en su fuero interno no entonan el más mínimo mea culpa por haberse quedado con dinero público de forma ilegal o haber evadido impuestos. Por contra, se sienten triplemente traicionados.

De una parte, por su antiguo socio Diego Torres, que con su chantaje en forma de correos electrónicos les ha colocado en una situación insostenible, tanto personal como judicial, aflorando pruebas que demuestran que Urdangarin fue infiel a la hija del Rey. Pero hasta eso ha sido perdonado por Cristina, que ha llegado a concebir un eventual divorcio como una derrota en la disputa con su padre.

De otra, por la Casa Real, ya que consideran que «no les ha defendido» ante la opinión pública. No en vano, Iñaki sigue pensando que si el Rey «hubiera querido» todo este asunto «se hubiera solucionado hace ya tiempo» y que si alguien es responsable de que el procedimiento judicial no se haya detenido no es otro que el Monarca. «¡La culpa de todo esto la tiene tu padre!», llegó a gritar, airado, a su esposa durante su estancia en Washington.

Y, por último, el matrimonio se siente maltratado por la sociedad española que, dicen Cristina e Iñaki, les ha «condenado a la primera sin pruebas». «Los españoles no se merecen que volvamos a vivir en nuestro país», suelen reflexionar.


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